A la poesía
Yo
no te buscaba,
no
tenía la más mínima idea de ti
sin
embargo, contra todo pronóstico me encontraste,
te
derramaste sobre mí,
te
infiltraste en mi carne.
Fui
exiliada de las tierras del amor,
pero
llegaste tú e invadiste mi destierro,
te
convertiste en la figura humana de la palabra inesperado,
me
abrazaste y vibré al sentir tu fuego dulce y pasional.
Las
palabras que le dijiste a mis oídos
se
convirtieron en una dosis letal de vida.
Conquistaste
mi tiempo, mis ganas, mis esperanzas.
Ahora
caminamos a la par
y
no está dentro de mis planes soltar tus manos que me dan inspiración.
Tu
presencia me golpea fuerte,
pero
el tuyo es un golpe que salva y resucita.
En
frente de ti abro mi pecho cargado de memorias y sentimientos,
ellos
te hablan sin vergüenza, mirándote directamente a los ojos,
y
me siento liberada.
Las
letras que te componen son indescifrables,
pero
amo cada una de ellas
porque
ahora también hacen parte de mí,
se
adhirieron a mi médula y son lo que me mantiene con vida,
son
lo que me mantiene sobria y con ganas de más,
en
un mundo que invita a la embriaguez y a la muerte.
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