Llueve a cántaros, el día tiene un aspecto bastante gris, el canto dulce de los pájaros se disipa con cada gota de lluvia que cae sobre esta mañana. Los carros transitan sin ganas, arrastrando consigo las aguas sucias y los pesares de quienes van al volante. Llueve a cántaros, y yo me arrastro por una vía en la que no hay risas, sólo caras mutiladas y deformes. Las flores son las únicas que aparentan felicidad, los colores brillantes que forja el agua en ellas las vuelve lírica en el estado más puro. Llueve a cántaros, y aunque escampe, dentro de mí seguirá lloviendo, caerá mucha más agua que en la atmósfera externa, agua que vendrá con nieve, con ácidos, con tormenta eléctrica, con vientos destructores, rebosando los túneles oscuros de la memoria y del dolor. Seguirá lloviendo dentro de mí con pronóstico indefinido.
“Y la poesía es eso que nos asombra y nos nombra, que nos taladra las sienes como un balazo.” Raúl Gómez Jattin