Ir al contenido principal

La probabilidad que nos rige


Los días corren como vertiginosas saetas que no encuentran en donde clavarse.
Las horas se consumen con tal prisa que parecen virutas a manos del fuego.
Los minutos están rotos, por miles de agujeros, se les escapa el aire que los mantiene con vida.
Los segundos se minimizan con mayor rapidez.
Puedo escuchar a las manecillas del reloj mientras hacen boicot en mi contra,
me atormentan, me gritan consignas indolentes: -“El tiempo se agota”- me dicen.
Y tienen razón: el tiempo se agota.
El tiempo se agota y no hemos podido bailar nuestra canción.
El tiempo se consume y no hemos podido intercambiar un saludo de buenas noches.
El tiempo se desgasta y no hemos podido juntarnos para buscar figuras en las nubes.
El tiempo se vuelve nada y no hemos podido chocar nuestras copas de vino tinto al son de la “salud”.
El tiempo se erosiona y no hemos podido jugar al absurdo, pero imprescindible jueguito de quién cuelga primero el teléfono.
El tiempo huye y no hemos podido leernos entre líneas.
El tiempo se marchita y la probabilidad que nos rige, aún no se decide a juntarnos… 
Y tal vez sea su capricho nunca hacerlo,
y a ti y a mí, nos corresponde aprender a vivir con eso, aunque nos mate lento,
aunque nos consuma tan rápido que empecemos a parecernos a ese tiempo que hoy juega en nuestra contra.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El lado izquierdo de mi cama

Hoy me levanté por el lado izquierdo de mi cama y no fue hasta que tomé el primer sorbo de café que me di cuenta de que me amaneciste doliendo más que nunca. Miro las paredes que me rodean en busca de respuestas valientes, respuestas que me hablen fuerte, que me griten y me digan que no eres real, que eres un tonto juego que mi cabeza ha inventado; respuestas que te desalojen de mi mundo en un chasquido imperceptible. No importa cuántas veces grite tu nombre en mi mente, lo cierto es que no te vas a aparecer en frente de mi ventana para darme los buenos días y servirme el desayuno. Tengo que reaccionar, hacerme a la idea de que no habrá un “tú y yo”, de que no habrá una palabra conformada por la combinación de nuestros nombres. Tengo que pellizcar a mis sueños para que despierten y hagan frente a esta jodida realidad que me atraviesa, una realidad monótona y pesada en la que cuesta respirar, regada con matices de recuerdos antiguos de t

Hay amores

Hay amores fuego, amores viento, amores lluvia. Hay amores pasión, amores lujuria, amores fortuna. Hay amores despecho, amores al acecho, amores de hecho. Hay amores de un día, amores que valen la muerte   y amores que valen la vida. Hay amores pétalo, amores espina, hay amores que se quedan a la vuelta de la   esquina. Hay amores sin descanso y amores en pausa. Hay amores que enamoran para siempre, amores que no se atreven a entrar y amores que nunca nos dejan de mirar. Hay amores que se van volando, pero el viento mismo los regresa a su lugar de origen. Hay amores que se visten de obsesión, de villanos, y otros, en cambio, mueren siendo superhéroes. Hay amores que hieren y otros que cicatrizan. Hay amores valientes y amores que retroceden de miedo. Hay amores que son as bajo la manga y también amores ruleta rusa. Hay amores todo o nada, amores todo en uno, y amores indescifrables, forajidos, intratables, obstina

A la música

Primer amor. p oesía hecha vida, mi compañera de todas las horas, entre tus notas se mezcl an mis alegrías y mis triste zas. En los acordes de tus pianos y violines se abalanzan mis lágrimas en busca de consuelo. Los ritmos de tus tambores y guitarras han escul pido montañas de placer en este cuerpo de pi edras. Te he hecho mía. Me has hecho tuya. Has visto en gran angular las fracturas de mi piel y me has dado tu savia para curarlas. Has acariciado mis oídos como ninguna mujer en el mu ndo. Te he dedicado en silencio. Me he emborrachado con la magia que destilas hasta perder la conciencia. Tocaste mis manos desérticas y la s convertiste en alas doradas. Supiste perdonarme antes que yo misma pudiera hacerlo. Me abrazas todos los días y cuando lo haces, siento el ab razo de Dios. Contigo he ido al pasado y al futuro sin n ecesidad de una máqui na del tiempo. Me has enseñado a construir realidades paralelas