Él la amó. Ella lo ama. Su amor no sobrevivirá… En una cama de hospital, bajo un coma inducido, yace tan gélido como un témpano de melancolía, aquel amor que se hizo presente en una triste calenda, indigna de recuerdo. Las nubes de ese día emitían un llanto tenue y pausado, el mismísimo cielo sentía tristeza, el tono gris con el que se vistieron los cúmulos, pronosticaba que aquello no acabaría bien. La maquinaria acorazada incrustada en el pecho de aquel hombre, empezó a latir por una tentación extranjera, dejando a su antigua amada, perdida entre las grises ruinas de lo que algún día se llamó amor. Ella debe extinguirlo de sus pensamientos, debe hacerlo por la sobrevivencia de los bellos seres alados que ahora viven no sólo en su estómago, sino en cada poro de su piel, debe hacerlo si no quiere que las mariposas se conviertan en oxidados alfileres que terminen por infectar su corazón de un incurable desamor, de un desamor
“Y la poesía es eso que nos asombra y nos nombra, que nos taladra las sienes como un balazo.” Raúl Gómez Jattin