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Mostrando las entradas de abril, 2017

Quisiera

Quisiera que de aquí a la inocencia sólo existiera un pestañeo de distancia. Quisiera estar brincando de alegría en aquellos tiempos donde los tonos fuertes eran los dueños indestronables de la atención de mis ojos. Quisiera mirar el mundo con la dulce ignorancia con la que lo hace un recién llegado a la vida; sonreír porque sí y sonreír porque no, sonreír con tal rebeldía mirando una figura invisible hecha del aire de algún punto de la creación. Quisiera llorar porque sí y porque no, llorar mientras me río, y reír mientras lloro. Quisiera regresar a aquel estado donde los sueños no se contaminan con la cruda realidad, y hacer inmortal el legado de las pequeñas cosas. Quisiera verme de nuevo en aquellos tiernos años, mientras descubría el mundo  y el mundo me descubría a mí, en esos años donde el más anhelado trofeo era un chapuzón de agua lluvia. Quisiera trasladar mi realidad a aquella realidad en la que había nulidad de decepciones y

Viaje al centro de tu cuerpo

Nuestras bocas, impúdicas, se observan entre sí, atormentadas de deseo, como potentes imanes en movimiento, se atraen a gritos. Las alfombras de aquella vieja cabaña, reclaman nuestros cuerpos con gran inquietud y afán, ¡pasó tanto tiempo desde aquella última vez! A petición de nuestros labios y de aquellas alfombras, nos encontramos una vez más, y allí en medio de ese olor a pino y madera, nuestras miradas se escuchan y nuestros cuerpos se lanzan palabras que ni nosotras mismas entendemos, hablan el lenguaje del deseo, hablan el vasto idioma que se esconde hábilmente detrás de las faldas de la pasión. Te beso la frente y tu respuesta es una ligera sonrisa en cuyo trasfondo yacen tus ganas más salvajes e inexploradas. Tomas mi mano y siento tu mano helada, metes mi índice dentro de tu boca y me miras fijamente mientras lo saboreas como si no existiese nada más placentero en este mundo; y yo me vuelvo nada, me derrito al son del viento. No resisto más y muerdo con suav

Cuando me vaya

  De esta vida me iré con un corazón a reventar: me llevaré la adrenalina y el frío de manos, propio de las primeras veces, guardaré en la memoria colectiva del universo, la primera vez que me encontré con el mar y sus ojos color azul profundo; aquel primer beso, improvisado y tembloroso, que tuvo el poder suficiente para iluminar un callejón oscuro y sin encanto alguno. Me llevaré la imagen impecable del cielo en un atardecer de brisa fresca, la impresión de perfección que dejaron en mis oídos el batir de las alas de mariposa, la sonrisa de felicidad de un recién nacido al ver el rostro de su madre. Me llevaré el amor que sentí y las caricias incondicionales de las manos que me gestaron en su vientre; el nerviosismo que invadía a mi cuerpo cada vez que me encontraba con ciertos ojos en cualquier avenida o calle de esta pequeña ciudad. Me llevaré el placer singular que sólo da la música, el sentimiento sin nombre que produce compartir el alma y la piel co