Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de 2019

El viaje

Foto: Archivo personal Ayer, de camino a la playa pude ver un pedazo de tu boca en el reflejo solar que caía sobre el asfalto, para bloquear esa imagen, volteé para mi derecha y en medio de una hierba totalmente muerta, vi una mariposa de alas blancas y amarillas y recordé que me dijiste que en tu próxima vida querías ser una de ellas. Esquivé nuevamente el pensamiento, cerré los ojos, y apareció una galaxia negra y azul conformada por todas las letras de tu nombre. Sólo un pequeño sueño logró evadirte. Luego, en pleno viaje mar adentro, mientras miraba los tonos que colorean el agua, me pareció ver tu cuerpo enredado en un arrecife de coral y, para olvidar ese pensamiento, miré al cielo, pero también estabas allí, envuelta en una nube blanca, con una corona de aves adornando tu cabello. Al llegar al ansiado destino, me parecía verte en el tono de piel de cada nativo que cruzaba frente a mis ojos y para dejar de verte entré al mar, pero resulta que el agua tibia me...

¿Quién ha dicho que los poetas mueren?

Los poetas no mueren, Viven nadando para siempre entre la tinta con la que hicieron realidad sus poemas, viven dentro de las pupilas que hicieron el amor con sus letras, viven en la piel de los amantes que se encontraron gracias a ellos. Los poetas no mueren, viven en los cabellos de la musa que los inspiró, viven en la luna que les tendió la mano en sus madrugadas cargadas de resaca existencial, viven también en el mar que con sus colores les pintó las tristezas. No, los poetas no mueren, trascienden en la sonrisa de un corazón que vuelve vida y filosofía sus creaciones, se perpetúan también en los gestos que hace el cielo a través de las nubes. Los poetas no mueren, viven en forma de canción, hablan a través de los arpegios de un piano, de las cuerdas de una guitarra o un violín. Los poetas no mueren, viven en las lágrimas que hacen propio su sentir, viven en el insomnio de los que aman en silencio. ¿Quién       ...

Con pronóstico indefinido

Llueve a cántaros, el día tiene un aspecto bastante gris, el canto dulce de los pájaros se disipa con cada gota de lluvia que cae sobre esta mañana. Los carros transitan sin ganas, arrastrando consigo las aguas sucias y los pesares de quienes van al volante. Llueve a cántaros,   y yo me arrastro por una vía en la que no hay risas, sólo caras mutiladas y deformes. Las flores son las únicas que aparentan felicidad, los colores brillantes que forja el agua en ellas las vuelve lírica en el estado más puro. Llueve a cántaros, y aunque escampe, dentro de mí seguirá lloviendo, caerá mucha más agua que en la atmósfera externa, agua que vendrá con nieve, con ácidos, con tormenta eléctrica, con vientos destructores, rebosando los túneles oscuros de la memoria y del dolor. Seguirá lloviendo dentro de mí con pronóstico indefinido.

No pasa nada

Abres la puerta intempestivamente, como de costumbre, y me sorprendes ahí sentada en la cama, con la sábana cubriendo mi piel hasta las axilas. Y descubres un montón de lágrimas azules que iluminan la habitación y se van regando por mi cara, trazando rutas que van a parar a mis hombros y mis brazos. Me preguntas: - ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? Y yo respondo con voz opacada y moribunda: -NADA, no pasa nada, no tengo nada. NADA = pasa que, aunque reuniera todas las palabras para explicarte lo que me pasa, nunca podrías entenderlo, no podrías porque no eres yo, no puedes ponerte en mis zapatos, no puedes sentir lo que mi corazón siente, no puedes ver lo que yo veo, no puedes traducir mi dolor a tu propio lenguaje, algo tan sencillo y obvio como eso. Pasa que no puedo evitar sentir el miedo que se extiende desde la punta de los pies y camina destrozando cada nervio y cada ilusión. Pasa ELLA. Pasa que no puedo hacer que me quiera, y pasa que tengo pavor de que acabe sin si...

Las verdaderas injusticias

Hablemos de injusticias, pero de las verdaderas, de esas que te dejan deseando ser un dios cualquiera, con un mínimo poder para voltear la verdad del mundo al derecho. Hablemos de lo injusta que es la vida, que permite a manos asesinas cumplir con su cometido, mientras que a las mías y a las tuyas les niega la posibilidad de acariciar las pieles que desvelan nuestros sueños. Injusta, porque a ciertas lenguas les permite injuriar y blasfemar, mientras que a la tuya y a la mía, les niega la visa para deslizarse por los cuerpos que hacen reaccionar y crujir de deseo a nuestras entrañas. Mil veces injusta la existencia y sus alrededores, porque nos hace creer dueños y señores, cuando en realidad somos lacayos mal pagados, marionetas de papel en constante caída en picado. Injusticia que no tengamos alas, que no podamos volar hasta destrozar los límites impuestos por las ansias de poder y de control. La verdadera injusticia es que no podamos volver al pasado para...

El artista triste

El artista triste emprendió el viaje de su vida. Un día, hastiado de tantas musas de plástico, tomó su lienzo, sus pinceles y pinturas y se fue descalzo hasta la orilla del mar. Una vez allí, mirando hacia el azul y horizontal infinito de agua y, empuñando en sus manos la arena fina y nacarada de la playa, dejó rodar por sus mejillas todas las lágrimas que tenía presas en aquella cavidad ocular de paredes claras y pestañas abundantes, mientras miraba al cielo, articuló un grito, como símbolo de desesperanza, le dolía tanto, que quedó tendido allí, a solas, en compañía de los milagros que su angustia le impedía ver. Las olas lo arroparon, lo protegieron, acariciaron su piel, como si fuese lo más frágil y puro de este mundo. La partitura de su arte se fundió con el agua. Cuando volvió de aquel letargo, de esa muerte momentánea, se encontró de frente con ella, con esa mujer, que era todo lo que había soñado, se encontró con ...