Ir al contenido principal

A la música



Primer amor.
poesía hecha vida,
mi compañera de todas las horas,
entre tus notas se mezclan mis alegrías y mis tristezas.
En los acordes de tus pianos y violines
se abalanzan mis lágrimas en busca de consuelo.
Los ritmos de tus tambores y guitarras
han esculpido montañas de placer en este cuerpo de piedras.
Te he hecho mía. Me has hecho tuya.
Has visto en gran angular las fracturas de mi piel
y me has dado tu savia para curarlas.
Has acariciado mis oídos como ninguna mujer en el mundo.
Te he dedicado en silencio.
Me he emborrachado con la magia que destilas hasta perder la conciencia.
Tocaste mis manos desérticas y las convertiste en alas doradas.
Supiste perdonarme antes que yo misma pudiera hacerlo.
Me abrazas todos los días y cuando lo haces, siento el abrazo de Dios.
Contigo he ido al pasado y al futuro sin necesidad de una máquina del tiempo.
Me has enseñado a construir realidades paralelas menos dolorosas para mí y para el mundo.
Mi locura va en crescendo gracias a ti.
Te he amado en todas las posiciones que existen y en todos los lugares que juntas hemos visitado.
Tus arpegios parten en dos los grises y me otorgan inmunidad absoluta.
Cada vez que te escucho se me revelan los secretos de la luna.
Cada vez que te siento irrumpir en mi sangre viajo a tierras celestiales.
Eres la luz y la sal de mi mundo.
Y yo soy siempre tuya.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Alejandra

  "Lo que le ocurrió a Kafka es lo mismo que me ocurrió a mí: Él se aisló demasiado en la soledad y sabía; el debió saberlo, que de ahí no regresa nunca nadie". Alejandra Pizarnik   Heme aquí, batallando como siempre sintiéndome extranjera en mi propia piel padeciendo un dolor que no me pertenece supurando por una herida que no es la mía llorando unas lágrimas que son propiedad de otros ojos. No hay metáfora que pueda darme calma. Se acabó la paz, reina el caos en mis huesos. Los músculos de mi espalda levantaron trincheras, están enardecidos, encienden su fuego contra mí. Mi corazón ya no hace escándalo en mi pecho, parece haberse autocondenado a muerte; le toca al cerebro decidir el método de ejecución. La vista permanece fija en un punto muerto del horizonte, las ojeras empiezan a dar las primeras señales de rebeldía. Mi lengua: tan muerta como el arameo y el sánscrito. Cada cuerpo dentro de mi cuerpo con ganas de extinguirse para siempre. A...

El poder de los bastardos

  “Aquel que conoce el poder de la palabra presta mucha atención a su conversación. Vigila las reacciones causadas por sus palabras, pues sabe que ellas no retornarán al mismo punto sin haber causado su efecto” ― Florence Scovel Shinn   Asistí a la misa de 6 de una iglesia católica de la ciudad de Montería, el día 17 de diciembre de 2022, por motivo del aniversario mortuorio de mi mamá (18 meses). Casualmente ese día se celebraba también un matrimonio, en el que, por cierto, hubo un retraso de la novia, hecho que incomodó mucho al sacerdote, al punto de decir que, si no llegaba “ya”, no los casaría. Antes de llegar al motivo que me lleva a expresar esta opinión, que es muy personal, es importante que diga que, aunque crecí en el seno de una familia católica, estudié en colegio de monjas desde el grado 5° hasta el grado 11° (donde había oración todos los días, misas cada cierto tiempo y rosario durante todos los días del mes de mayo) y pertenecí a dos grupos juvenile...

Cuando me vaya

  De esta vida me iré con un corazón a reventar: me llevaré la adrenalina y el frío de manos, propio de las primeras veces, guardaré en la memoria colectiva del universo, la primera vez que me encontré con el mar y sus ojos color azul profundo; aquel primer beso, improvisado y tembloroso, que tuvo el poder suficiente para iluminar un callejón oscuro y sin encanto alguno. Me llevaré la imagen impecable del cielo en un atardecer de brisa fresca, la impresión de perfección que dejaron en mis oídos el batir de las alas de mariposa, la sonrisa de felicidad de un recién nacido al ver el rostro de su madre. Me llevaré el amor que sentí y las caricias incondicionales de las manos que me gestaron en su vientre; el nerviosismo que invadía a mi cuerpo cada vez que me encontraba con ciertos ojos en cualquier avenida o calle de esta pequeña ciudad. Me llevaré el placer singular que sólo da la música, el sentimiento sin nombre que produce compartir el alma y la pie...