Hago
un minuto de silencio por aquellas palabras que no se atrevieron a saltar desde
la punta de mi lengua en el momento preciso,
por
esas manos que rechacé y que hoy serían una valiosa posesión.
Un minuto de silencio por los abrazos
que no encontraron refugio en mi cuerpo y se devolvieron en silencio y con la
cabeza baja a su lugar de origen,
por los corazones que fueron descosidos
en mi nombre,
por los ojos que se bañaron de lágrimas,
rabia y desilusión gracias a mí.
Un minuto de silencio por los perdones
que jamás articularon ni pidieron mis labios,
por las llamadas y miradas no devueltas.
Un minuto de silencio por todo el tiempo
perdido en reproches y lamentaciones,
por las horas gastadas al frente de una
pantalla que aísla y empequeñece,
por los largos minutos dedicados al
miedo y al pasado inapelable,
por todos los “gracias” que no salieron
a la luz y en cambio se quedaron flotando en algún lugar inespecífico de mi garganta.
Un sentido minuto de silencio, por las
amistades y amores que encontraron la muerte a manos de mi indiferencia y
desapego,
por los pobres espacios de mi corazón
que fueron ocupados por la oscuridad del resentimiento y la desdicha,
por las veces en las que renegué de la
lluvia y del sol sin tener comprensión de ellos.
Y por último, un minuto de silencio por
mí, por las veces en que estuve amordazada, impedida, abolida;
por las veces que el destino me sumó a
una historia de dos, convirtiéndome en número impar.
Me encanta!!!
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