Tendría que existir un tratado universal que verse detalladamente sobre la exagerada sobredosis de optimismo e invencibilidad que embarga a las reflexiones de medianoche de algunos seres humanos.
Particularmente,
creo que ese es uno de los pocos misterios del universo en el cual tengo cierta
experticia.
Todas las
noches de mi vida en las que apasionada entrego mi cuerpo al descanso, terminan
convirtiéndose en un colorido carnaval en el que tengo la inmensa suerte de ver
en primera fila, cómo lucen las caras de todas las fantasías que habitan en la
compleja, a veces helada, ciudad de mis pensamientos.
Hay varias
ideas que siempre se dan cita, ellas han conformado una especie de aquelarre y
son como las estrellas, que siempre están allí ofreciendo su brillo, aunque el
cielo, a veces lloroso, impida ver su esplendor.
He aquí una
pequeña descripción de ese mundo que mi cabeza hace tan real que casi puedo
tocarlo con la punta de mis dedos:
En ese
mundo un violín acaricia cada pedazo de mi ser con las manos de su suave y
delicada melodía y la palabra frontera, sólo son ocho letras en minúscula, que
al ser dichas por cualquier mente, se convierten en un completo sinsentido.
En ese
mundo, pronunciar el amor es suficiente para aniquilar todos los males que
enlutan a la vida y tu voz es la banda sonora de mi existencia y tu cuerpo
entero, mi lugar favorito a dónde escapar cuando me siento sin esperanzas.
En todo ese
vasto universo, el lugar que he escogido habitar es aquel conformado por la
constelación resultante de unir todos las pecas de tu cuerpo, un lugar en el
que tu espalda es mi lienzo favorito en donde pintar a todo color, mis más
locos y tiernos deseos.
Allí donde
voy cada noche, los amaneceres, las puestas de sol, las lunas llenas, los
delicados y tiernos cantos de las aves, el arcoíris, una mirada profunda, la
lluvia, las flores y tu sonrisa iluminada por dos huequitos en tus mejillas, superan
en perfección y belleza a todas las maravillas de este mundo.
Allí, en mi
planeta imaginario de medianoche, la sal de las lágrimas revive y cura a los
corazones que han caído a manos del odio, la soledad y la indiferencia;
En esas
tierras imaginarias, los miedos no son más que pedazos de papel gris, que cuando
se agarran con vehemencia, se vuelven al instante papel tornasol con el que se
hacen cometas tan grandes, que podemos conocer otros mundos aún más bonitos
montados en ellas.
En el
letargo de mi vida espero con ansias ese infinito, sólo tuyo y mío, en el
que reencarno en la música favorita de
tus oídos para que tu lengua no cese de pronunciarme. Ese mundo está justo al
lado de este y quiero que se conjugue en ti y en mí…
Y por
ahora, las únicas palabras que me alcanzan para resumirlo, es decir que es como
una ventana que da salida hacia un placer excelso, hacia una reacción en cadena
que siempre apunta a la felicidad, a una inesperada, pero asombrosa realidad.
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